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sábado, 13 de febrero de 2010
También podemos decir “NO”: reflexiones de un SI-Omano
Hace poco me puse a pensar (no lo hago en medio de un elevador, porque deseo salir de allí lo más pronto, bendito el que invento la solución de los espejos en los elevadores en todo caso) que estoy acostumbrado a decir siempre que SI. Lo pensé por una petición familiar de realizar algo importante, para ayudar a alguien que hizo un error de cálculo.
Entonces dije “no”, por supuesto que di un montón de vueltas y vericuetos para decir que no: me envolví en situaciones y explicaciones sobre lo que pensarán de mí, pensarán que soy egoísta, narcisista, chovinista (sería mejor show-vinista creo yo). Es por todo esto que me convertí en un nudo de nervios; tenso porque siempre me es muy difícil tener a todos felices, tratar de quedar bien, porque eso es “buena educación”, pero también es buena educación decir No. Es que se puede decir que no a la PETICIÓN más que a la persona. Me pregunto si esta costumbre de confundir la persona con la petición en las negativas es solo mía.
Al fin se abre el elevador, busco la oficina de recursos humanos de la que será mi empresa dentro de muy poco y entonces lo confirmo: nuestra cultura se incomoda con el NO; es una suerte de tendencia frente a la auto estima comunal: no podemos decir que no a una que nos da nuestro jefe a última hora, cuando ya estamos a punto de salir, por miedo a perder el empleo, o dejamos que utilicen nuestro tiempo, espacio o cualquier cosa, por no decir NO.
Me da miedo pensar que a las nuevas organizaciones en donde se encuentra muy impulsada la idea de la asertividad, les quede resonando el NO como una falta de colaboración.
Pero hay más: algunos aceptan abiertamente su afición al asentimiento de otros: ¡yo no acepto un NO por respuesta! (Cosa que ya en su formulación tiene una negación, ya repasare los textos de la lógica de I. Copy para ver como se llama ello) y así, terminas aceptando un montón de cosas que no deseas aceptar, o como dicen las buenas generaciones nuevas: Se embaló
En el plano personal, gemimos en secreto o pataleamos cuando no dicen NO frente alguna cosa: ir a un paseo, poder ir al cine a ver una película que solo te gusta. Ese es el NO que más lastima, pero el que está muy cerca a esa idea de una negativa frente a la petición y no frente a la persona.
Me dijeron en la oficina a la que iba que aún no estaba el certificado laboral que había pedido y entonces me pongo a reír con la sorpresa incómoda de la señorita que me atiende pero que no entiende:
-¡claro!, parece que hay NOS que Nos toca aceptar casi con estoicismo….
Conclusión parece que soy un fanático al SI del mundo frente a mí un SI-OMANO. Debo acostumbrarme a decir NO con la convicción clara y la autoestima arriba de que no haré daño si lo digo bien y con buen acento.
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